jueves, 10 de octubre de 2013
Everything.
Se trata de dos corazones, dos corazones que no deberían haberse encontrado, pues no estaba planeado que eso fuese así y sin embargo, ocurrió. Aquellos dos corazones se encontraron. Violaron cada ley escrita en el destino y se saltaron todas las normas posibles. ¿Quiénes eran? ¿Por qué hacían eso? ¿Por qué se les permitía llevar acabo eso? Nadie tenía respuesta para ninguna de esas preguntas. Era algo más allá. Era algo que era imposible de comprender, que carecía de sentido alguno, de razón. De lo único que no carecía era de amor. Ese amor desenfrenado que te lleva hasta las nubes. Ese amor que todos de alguna manera buscamos. Ese amor que nos vuelve locos. Pero lo que no sabían era que cada regla rota, iba a pagarse. ¿Con qué? Con dolor. El destino no iba a dejar que sus escritos se borrasen o se reescribiesen, por supuesto que no. Así que un día, el que menos se lo esperaban, los separó. Sin venir a cuento, sin avisar, sin tener un mínimo cuidado al hacer aquello. Ambos sentían como si de pronto, una parte de ellos mismos hubiese sido arrancada. Sintieron el vacío, y lo que es peor aún, la desesperación. Y es que, ¿cómo haces para olvidar algo que forma parte de ti? Era imposible. El destino se encontraba claramente enojado, pues por mucho dolor que ejerciese en ambos corazones, no podía hacer que el uno o el otro dejasen de lado aquel gran sentimiento. Aquello por supuesto, lo tomo por sorpresa, pues de normal, sus normas eran cumplidas y estos pequeños arrebatos de rebeldía, al ser castigados, tarde o temprano llegaban a su fin. Pero el tiempo seguía pasando, y el dolor, allí seguía estando, al igual que el amor. Lo que jamás comprendería el destino, era que no importaba que estuviese escrito, que estuviese bien o que estuviese mal, jamás acabaría aquello, puesto que tarde o temprano, ambos se volverían a encontrar.
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