lunes, 3 de febrero de 2014

Wicked game III.

Annie no dejaba de revivir los momentos que había pasado la noche del anterior sábado. La marca en su cuello ya se había ido, pero estaba perturbada, asustada. Sabía sin ninguna duda que aquello había sido real, sin embargo, no comprendía muy bien que había sucedido entonces. "Cierra los ojos.." Las palabras de Liam no paraban de resonar en su cabeza. Quería ir, acusarlo, pero quedaría como una loca. Necesitaba pruebas, y ya tenía pensando un plan. Había pensado en que alguien debía verlos, pues así con un testigo sería una prueba suficiente como para exigir una explicación, aun que todavía no sabía bien a quién pedírselo, parecía un buen plan.
El sábado no tardó en llegar, y como cada fin de semana, se reuniría en casa de André con sus amigas; Wendy y Norah, y cómo no con Liam, y el hermano de Annie, Ryan. Al llegar, dejaron las latas de cerveza que venían cargando y ellos comenzaron a abrirlas y servirse, como de costumbre.
Las muchachas llegaron andando, como siempre y al tocar timbre en la casa, no tardaron en abrir y entrar. La noche transcurrió lenta, quizás más lenta para Annie que para ninguno de ellos, que sentía la intensa mirada de Liam en su espalda, sin embargo, en ningún momento miró sus ojos, necesitaba evitarlo por ahora. Más y más latas y botellas se iban vaciando, hasta que no quedó nada. Ryan se encontraba recostado en la cama de una de las habitaciones de la casa, ya que se había mareado y cómo no, a su lado se encontraba Wendy, cuidándolo y preocupándose como siempre solía hacer. André y Norah se estaban duchando, sin embargo los sonidos que se escuchaban no decían lo mismo, pero a eso todos ya se habían acostumbrado. Annie había levantado fiebre, cosa que hacia que su plan se dificultase pues se sentía agotada como para moverse y tampoco podría mantener conversación con ninguna de sus amigas, pues ambas estaban ocupadas. Por lo cual optó por acostarse en la cama de la habitación de André, que estaba en el último piso. Y Liam, como solía hacer, no tardó mucho en dar con ella, seguramente para ir a molestarla.
— Ann, ¿te encuentras bien? — Preguntó él al entrar y cerrar la puerta tras si.
— ¿Qué quieres, eh..? — Contestó ella con voz algo cansada.
Entonces Annie cerró los ojos, pensando que como se costumbre desaparecería, pero al abrirlos, Liam se encontraba a su lado sentado, observándola con algo que podría haberse dicho que era preocupación, algo inusual en él. Había posado su mano en la frente de ella, y poco después, acercó su frente hasta pegar ambas por completo. Cómo no la respiración de Annie se había agitado ligeramente, lo cierto era que por mucho que dijese o hiciese, la conexión que sentía cada vez que él la tocaba no podía describirla, la enloquecía por completo. Intentó ladear la cabeza para disimular sus mejillas que ya estaban enrojecidas por la vergüenza, entonces Liam soltó una carcajada. 
— ¿Qué ocurre, eh princesa? ¿Estás nerviosa? 
Entonces se le subió encima, agarrando ambas muñecas de ella con sus manos y manteniéndolas en alto para impedir que Annie se moviese, a la vez que dejaba caer ligeramente su cuerpo para ejercer cierto peso sobre ella, y al poco, sus rostros volvieron a estar cerca.
— Liam, quítate de encima. — Dijo, e intentó forcejear, cosa que era inútil, ya que era mucho más fuerte.
Una sonrisa juguetona se dibujó en el rostro del muchacho, que había bajado su boca al cuello de ella, besando con suavidad y mordiendo alguna que otra vez con cierta brusquedad por donde pasaba, sintiendo como una especie de calor recorría su cuerpo cuando escuchaba los pequeños jadeos de Annie.
— Tienes suerte de que haya una manta que nos separe, princesa. — Dijo con tono juguetón, a la vez que volvía a posar sus ojos en los de la muchacha.
"¿A qué jugaba?" Ese pensamiento rondaba en todo momento en la cabeza de ella, sin embargo, no iba a dejarse ganar, no esta vez.
Entonces hubo una profunda mirada que parecía no tener fin, y de alguna manera, algo cambió en Liam, quien de pronto soltó las manos de Annie, dispuesto a quitarse de encima. Lo que no se esperaba era que Annie no pensaba dejar que eso ocurriera. Se alzó ligeramente para tirar del cuello de la camisa del muchacho y acercarlo más si era posible hacia ella, manteniendo aquella firme mirada, y entonces.. pasó. Sus labios se encontraron y se besaron, se chocaron y se necesitaron. Parecía un juego que jamás iba a acabar. Se besaban con deseo, con firmeza, como si hubiesen estado esperando un largo tiempo para ello. Entonces, con cierta rapidez él apartó aquella manta que era su único obstáculo y juntó su cuerpo con el de ella, colando su mano por debajo del vestido, arañando con fuerza su muslo, a la vez que ella se enganchaba al cuerpo de él como si fuese inercia. En un ágil movimiento, la muchacha logró tomar el control de la situación y ponerse sobre él, entonces rompió su camisa y se la quitó con facilidad, a su vez este levantaba su vestido y lo lanzaba a un lado. Con cierta vehemencia, ella clavó sus uñas en los costados del muchacho, ejerciendo bastante presión, luego sin contenerse mordió su cuello y este sin poder evitarlo jadeó. 
Los pensamientos de Annie se habían desordenado completamente, no sabía como controlar aquella situación, pues estaba presa de sus sentimientos, sin embargo, trató de concentrarse y atrapar las manos de Liam, intentando inmovilizarlo, y cuando creyó que lo había logrado, el muchacho volvió la situación completamente al revés. 
— Ni lo intentes, Ann. — Dijo con cierta burla.
— No hagas esto. — Dijo ella con cierta brusquedad. — No quiero que todo desaparezca otra vez. Necesito saber Liam. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Qué es lo que ha pasado las últimas veces que estuvimos de esta forma? ¡Dímelo! Sé que fue real.
Las palabras de Annie brotaron de su garganta de una manera rápida, dejando a flote sus claros sentimientos sin poder evitarlo. Lo cierto era que aquella situación no hacia más que perturbarla, pero a su vez, no quería dejarla.
Liam se quedó desconcertado por aquella cantidad de preguntas, pues jamás pensó que sería capaz de hacerle ninguna de ellas. Entonces acarició la mejilla de la joven y dio un beso sobre sus labios, y susurró sobre estos: "Algún día, Ann." 
Lo último que pudo ver Annie fue la mirada atormentada de Liam, y entonces, todo desapareció. Era como si de pronto todo se fuese desvaneciendo y sintió como él se alejaba de ella, lo cual sin entender muy bien el porque la hizo angustiar de pronto.
Parecía una de aquellas películas poco creíbles que daban en la tele, pero allí estaba ella de la nada, tendida sobre su cama y empapada de sudor. Sentía un dolor por todo su cuerpo y al tocarse la frente, se percató de que aún tenía fiebre. ¿Un sueño? ¿Una pesadilla? No, sabía que eso no era posible, y.. pum. De un momento a otro todos los recuerdos volvieron a su mente, todas las palabras, las caricias, los besos.. todos los recuerdos de la noche. Su corazón latía con fuerza y hacia un esfuerzo por calmarlo, pero no podía, no comprendía nada, pero eso no era lo peor. Se encontraba en la mañana del sábado, otra vez.





1 comentario:

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